
Evocar niñeces en una tierra sin vínculos conmigo, preguntándome si alguien desde las ventanas estará mirándome y preguntándose lo mismo que yo: ¿qué hace este loco ahí, tan solo y a la vez tan acompañado? Deshacerme, repito.
Malditas las camas extranjeras, que sean de flores o de tomillo, te hacen evocar en el momento menos propicio la libertad de tu celda, esa celda que tiene nombre de mujer, durmiendo a la otra orilla de tu vida, a la que siempre vuelves cuando el viaje se hace excesivo. Crueles y egoístas, así somos los marineros. Cambiamos besos y sonrisas por una historia de krákens que cazamos una vez en un mar, al que nunca fuimos.
Maldito el insomnio que te empuja fuera de las paredes para ver lo que no está detrás de los párpados cerrados.
Noche de Cuenca, envuelto en tu manto.
Alegrías que se necesitan porque al otro lado está el abismo. Corramos, como corren los niños. Felices, porque así lo hemos decidido.
Las palabras, los libros, las teorías, las fantasías, las risas y los abrazos...todo se deshace en esta hora de sentir.
Será luego, retrocediendo la Mancha en la ventana de un tren que es una bala, cuando vea esa imagen de un toro miura embistiendo el aire con las pezuñas alzadas como un caballo ante la burla chulesca del torero. Será viendo los campos verdes echados a perder por las lluvias tardías, pero tan hermosos desde los ojos de quien no los araña, que sentiré esa triste hazaña del toro de la fotografía: todo ojo, "todo Picasso" diré y mis compañeros de vagón me mirarán con extravío, sin entender a qué esa rabia seca que brilla en lo esforzado pero inútil. Porque el toro va a morir a manos de quién no merece tener esa "suerte" en sus manos. Así mueren los tritones de mi mar, así el Minotauro encerrado. Con valentía, pero sin remedio.
¿Qué me deja esta ciudad lejana e imposible cada vez, que cuando vuelvo, mi orilla de siempre me pregunta en qué arrecifes ando navegando?
"La vida, que ha estado hablando conmigo" me desbarro. Y otra vez, esa mirada de silencio en los rostros de quien quiere escucharte pero no puede. Guardo la maleta y arranco. Conduzco bajo la lluvia camino a casa, pero esta lluvia no me desdibuja, no me hace acuarela.
Ya no.
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