domingo, 30 de septiembre de 2012

Apariencia de domingo

Apariencias de domingo que se deslizan hacia la noche, juntos pero revueltos en estas sábanas que no son tuyas ni mías, sólo del viento. Dejaste la ventana abierta para que un soplo se lleve este silencio de después, antes de contar con los dedos las cruces de tu espalda.
Apariencia de los sueños que descuento con la mente, el fuego de mi mirada que anticipa la brasa del miedo.
Apariencia de risas que buscan un hueco en nuestras bocas, cuando nuestros labios desmienten nuestros ojos. Perdidos los tuyos, añorados los míos. Los dos lejos del ahora, del aquí, de este domingo lluvioso.
Apariencia de libertad disfrazada de verbo, de gestos bruscos, de sangre en la frente. Apariencia de valiente en estos gritos que son cobardía de soledad. Sin los otros no eres nada: sólo tú.
Apariencias, en los juegos de los niños que buscan el hueco para hacerse mayores antes de tiempo, besos robados en la esquina de la infancia.
Qué lejos, como esa rama que me saluda desde antes de mi memoria, cuando llovía y yo era la lluvia, y mis párpados su pozo, y mis manos su caricia. Rodillas heridas, zapatos rozados, bicicletas en el suelo. Hormigas voladoras.
Apariencia de esperanza en este atardecer sin versos, sin voces, sin libros. Sólo miradas perdidas tras el humo de los pitillos que fumamos a oscuras.
Desconocidos, tú y yo, al lado de nuestras sombras.
Aulla un perro, suena la música de una canción lejana.
La veo pasar y aparento no verla, aparenta no verme, aparentamos no saber. Saber es sufrir.
Mañana es lunes, aparentemente.
Yo seré otro, el de siempre, frente al espejo. La misma sombra.

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