domingo, 5 de agosto de 2012

Va de silencio

Hablar, lo que se dice hablar, todos hablamos, menos los monjes cartujos, que cada vez quedan menos. Otra cosa bien distinta es lo que decimos. Será que la inconsciencia nos hace ser ligeros, cuando no bácuos, incontinentes, o directamente espúreos. Debe ser que la economía no se aplica a los vocablos, no tenemos un contador que se ponga en rojo y nos avise cuando entramos en reserva; por ahora no se nos aplica el IVA, ni nos suben los recibos cuando largamos sin ton ni son. "Para eso tengo la boca" dice el refrán, sí, y para comer, y para besar, y para mantenerla cerrada de vez en cuando. (Se produce un fenómeno interesante cuando se cierra la boca: se activa el oído)
Estos últimos tiempos, que ya vienen de largo, observamos con poca atención, cada vez menos, la verdad, cómo esete vicio tan humano de "hblar por hablar"se ha instalado en lo público. Largas peroratas, insensateces y flagrantes falsedades que, creo yo, aburren hasta a sus propios discursantes, si juzgamos sus caras y sus gestos. Ando estos días leyendo las Memorias de Carrillo (por aquello de saber cómo envejece la memoria) y me fascina la transcripción de algunos discursos de don Manuel Azaña, Fernando de los Ríos y otros. Yo no sé si aquellos diputados eran mejores que estos (sí lo sé, pero me lo cayo, no sea que hable sin ton ni son), si creían en sus palabras o si pensaban que podían obrar el milagro de convertirlas en acciones. Pero algo está claro: sabían lo que querían y lo expresaban con firmeza. Ahora, la firmeza sirve para mentir sin vergüenza, para decir blanco lo ayer perjuraban negro, para aplaudirse y abuchearse como si nuestro (sí, nuestro aunque no nos dejen estar) Congreso fuera un gallinero. Uno se harta de tanto diputado, ministro, Presidente y senador con un discurso vacío, embustero y sin fisuras.Y ya ni siquiera merece la pena el disimulo. Oigan, pongan ustedes una máquina de apretar botones con el "SI" y el "NO" y que decida el señor Botín, el señor Draghi, la señora Merkel o quien quiera que pueda decidir de verdad. Y váyanse ustedes a otro patio a comer maíz, que nos saldrá más barato a los sufridos españoles.
También se da otro fenómeno, más preocupante este, precursor de todas las desgracias y las tragedias que hemos conocido en el pasado siglo XX: la gente que debe hablar, y que calla. No es nuevo que el terror empieza por uno mismo, con la autocensura. Empezamos fingiendo que no hemos oído, lo que sí hemos oído, que no hemos visto lo que sí hemos visto, y terminamos mirando al suelo porque nos aterroriza levantar la cabeza. Y de la autocensura, pasamos a algo más burdo y poco sutil, lo que trae la seguridad de las mayorías, el control abosluto del Poder. Se empieza destituyendo a periodistas con criterio propio, se lanzan amenazas vía comunicados internos a los funcionarios, se corta la cabeza de algún juez díscolo y de ahí pasamos al "no sabe usted con quién está hablando" y las miradas de perdonavidas. Cortamos las subvenciones a la cultura, arriconamos a este o aquel, lo condenamos al obstracismo de los medios (si no sale, no existe) y siempre nos queda el uso torticiero de la Ley.
Pues en esas estamos, señores y señoras. A puntito del NODO y de las inauguraciones de pantanos.
Que no sea dicho, que no hablamos cuando teníamos que hablar. Antes de que nos mordamos nuestra lengua y nos la traguemos por miedo a que nos la arranquen.
Dedico esta entrada a la periodista Ana Pastor y a todos los que como ella, sean de la tendencia política que sean, se esfuerzan por preservar nuestras parcelas de libertad, a costa de su prestigio y su vida personal.

2 comentarios:

  1. Mientras tengamos medios de comunicación públicos habrá personas que se hacen llamar periodistas que serán purgadas cada vez que hay un cambio de gobierno.

    Esas fosas sépticas que conocemos como medios de comunicación públicos continúan siendo eficacísimos instrumentos de manipulación ideológica y, cómo no, pozos sin fondo de dinero público.

    Sinceramente, no entiendo qué diablos de servicio público garantizan, cuando existen tantísimos canales de radio y televisión en el dial.

    Además, cuantas menos parcelas de manipulación y trapicheo -y, sobretodo, de gasto- les concedamos a los políticos de turno, mejor.ç

    ¿Es admisible que en los tiempos que corren en Cataluña tengamos ocho canales de televisión pública y que en los cuatro últimos años la Generalitat haya hecho una inversión de más de 2500 millones de € para sufragar la deuda endémica de la CCMA, máxime cuando se están rebajando sueldos de funcionarios, dejando de pagar servicios sociales concertados y obligando a los ciudadanos al copago en los medicamentos? Sencillamente, es una vergüenza.

    Y Víctor, cualquier día veré tu firma en algún manifiesto junto con los Bardemes, Willys Toledos, Rosas Regases y demás abajofirmantes habituales del "mundo de la cultura". Al tiempo. Parece que te has subido en ese autobús de la pseudointelectualidad con destino en la vacuidad del simplismo populista.

    ResponderEliminar
  2. Bueno, estoy de acuerdo en casi todo lo que dices, sobretodo en lo que se refiere a ese sutil (poco sutil) mecanismo de control que ejercen los poderes públicos consistente en clientelas, publicidad, subvencines, etc. Si me conoces (deduzco que un poco) sabrás que estoy totalmente de acuerdo en tu penúltimo párrafo. En cuanto al último párrafo, imagino que tendrás tus razones para decirlo. Como tú dices: al tiempo. Espero seguir siendo coherente conmigo mismo, así que, difícilmente me verás subido a ese bus del que hablas (y que sí, veo pasar) Un saludo.

    ResponderEliminar

Datos personales