domingo, 6 de noviembre de 2011

Te encontraré


Hace tanto tiempo que ya no recuerda cuando fue que nació. Tampoco recuerda dónde, aunque a veces, al doblar cualquier esquina un viejo olor familiar lo llama desde el fondo de su subconsciente.
Sabe, en todo caso, que antes de ser lo que ahora es fue otra cosa, algo que no sabría decir, algo que era fuego y tierra. Tiene esa certeza de ir deshaciendose mientras mira esta orilla deshabitada. Todas las tristezas se suman en una playa de invierno llena de algas y troncos podridos traídos por la marea. El paseo desierto, las papeleras vacías, los toldos anudados, los camareros aburridos mirando con nostalgia tras las ventanas, esperando los clientes que no llegan. El hombre aspira eso que viene de la noche en forma de murmullo y de ola perdida. Sí, se está deshaciendo, lo sabe, todo se acaba en este momento, en este instante desierto, en esta quietud eterna. Fue hace mil años, aquella noche, aquella lluvia, aquel cubierto de calamina mientras la lluvia amortiguaba el sonido de sus suspiros.
Los recuerdos se van olvidando, todo lo que queda es esta molicie que se va resquebrajando. A punto de saltar en mil pedazos, arrastránsdose hacia la playa de sus recuerdos, El Hombre pierde pedazos de sí mismo, se quedan atrás sus huellas de barro, se le petrifica el gesto. Y en un último suspiro llega a la roca donde hace mil años escribió: Te quiero.

1 comentario:

  1. Barro lleno de recuerdos, todo lo que es pasado tiene un toque de melancolía doliente...

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