lunes, 7 de noviembre de 2011

Bendita y Santa Locura

Pregunta el poeta Juan Ramón Jimenez "El Amor ¿ a qué huele?"
Yo me atrevo a decir que sólo los locos pueden contestarle. Sólo aquellos que desanudan las cuerdas de la cordura para liberar el galope de sus deseos más íntimos, más secretos. Dicen los poetas que el amor huele a azaleas, que pincha como los espinos, que flota como la seda...Yo les digo que mienten, que no puede amarse desde un verso, ni desde una metáfora, sino desde una boca, desde un pezón enhiesto, desde la curva de una espalda mojada de besos.
Bendita locura que reconoce la fatiga del fingimiento, bendito el loco que no te llama por tu nombre sin sílabas rimadas sino con deseo.
No hay nada que yo no pueda si así lo creo. Puedo volar, puedo saltar dónde quiera y cómo quiera, puedo cerrar los ojos, abrir la palma de la mano y sentir el Universo recorriéndome por dentro... Dios, estoy loco, por correr detrás de tus cabellos que no son crines pero a mí me recuerdan los de un caballo de fuego.
Estoy loco porque grito y mi grito abre los balcones de los que nos espían desde sus telarañas. Y los golpeo con mis risas y les muestro mi pecho desnudo que tú has mordido hasta arrancarme el corazón.
Bendita la locura de la calma cuando todo va tan aprisa, la bendición del silencio cumpliendo el propósito de las palabras inecesarias. Bendito loco el que inventó los dedos para tocarte, ese Dios que nos lo da todo si queremos cogerlo.
No hay vidas que puedan vivirse para decir qué es el Amor. Porque el amor te deja la garganta seca, y se te nubla el sentido, y te arde el cuerpo porque el alma se inflama.
¿Lo has sentido tú, lo has sentido acaso? le pregunto en mi locura a quien me mira con recelo. Pues cállate, consúmete en tu podedumbre de cinismo, agota tu pobre vida en la estupidez de la mediocridad que elegiste, pero no te atrevas a llamarme loco, porque ni sabes lo que es el Amor, ni sabes lo que puede amar un loco.
Santa Locura, yo te rezo esta noche, y beso tu pies de escayola fría para que no me traigas las ataduras y las cobardías de la cordura. Que el Mundo sea así, te pido, este rincón de ahora, incierto. Siempre incierto. Que mi meta sea ella, ese espejismo desnudo que atisbo entre la niebla. Dame fuerza, dame valor, para perderme para siempre en su bendito veneno de besos. Dame fuerza para enloquecer por ella.
Yo, a cambio te prometo ser tu fiel servidor. Prometo chapotear en cuantos charcos me pongas delante, prometo no ver las miradas de odio o escuchar las risas burlonas. Prometo reconocerte en los amaneceres prohibidos, en las cosas que no debiendo ser son las que más feliz he sido. Juro saltar hacia las estrellas con los ojos cerrados, y aunque sé que un día he de pagar el peaje juro llorar cuando todo termine, destrozarme y fdejarme entero, pero aún así no renegar de tu tiempo concedido.
Bendita y Santa locura, no me abandones, ahora que te he visto.

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