jueves, 28 de julio de 2011

Soledades Compartidas



He descubierto para qué sirven los periódicos. Para hacer aviones de papel. Ojalá lo hubiera sabido antes. Vuelan mejor si los haces con las noticias desgraciadas del Mundo. Incluso si los lanzo con la suficiente convicción, soplando un poquito en la punta y a favor del viento, puedo lograr que se eleven lo suficiente para verlos caer al otro lado de mis certezas. Ahí, donde me han dicho que corre un aire que no está contaminado con el ruido de mi cabeza.

Deberíais ver cómo vuelan. Me gustaría saltar detrás.

El mundo huele fatal a este lado. Pero qué digo!


Tampoco puedo ser tajante. Resulta que siempre hay alguien mejor opinado que tú, más rápido en el acceso súbito, en el arranque ingenioso y espontáneo, tan supérfluo como efectivo. Son los nuevos predicadores, los que tienen un aserto, una frase famosa, un comentario oportuno para cada momento. Son los regaladores virtuales de consejos y palmaditas en la espalda. Así que tengo que callarme, porque mis neuronas ya se han hecho a la pausa y al pensamiento y no estoy en esta autopista de buenos sentimientos, no sea caso que me dejen por zoquete emocional...Perdón quería decir que el Mundo es genial (con icono de sonrisa)

Ahora resulta que también he aprendido a no ponerme triste si mis sueños se quedan en eso. Tengo que convencerme de que si quiero puedo, de que rendirse es de cobardes, y de que si di todo, no estuve obligado a más. Vale ¿pero porqué siento este escozor? La respuesta me llega rauda con un tecleo: tienes que vencer el fracaso. Ah, muy bien: ¿no es el fracaso el paisaje más común de nuestras vidas?Parece que no; otros transitan horizontes pintados de verde. ¿De dónde sales tú? me dicen como el agorero que viene a fastidiarles el guateque.

Pero veréis, yo que quiero pero no puedo, siento a veces la necesidad de gritar ¡una mierda!. La verdad es que la gente sufre, fracasa, se levanta a las cinco de la mañana y la atropella un coche, te dicen que tienes cáncer, tu pareja es un cerdo que te maltrata, no soportas al vecino que tiene un perro que se caga en tu puerta, y tus únicos amigos son esos numeritos entre paréntesis que aparecen en tu red social. Saltarías el muro de esta mierda, pero te callas y compartes con los demás tu soledad.

Dos viajeros en el metro parapetados tras un libro vulgar, dos esposos que duermen en su rincón de la cama, una mirada que no encuentra respuesta, dos manos separadas por un cuerpo, el aire cortado por un muro, una canción sin letra, un cuadro sin firmar, un verso sin poeta, un árbol sin raíces, un barco sin vela, un puerto sin mar, una nube sin cielo, un campo sin arar, un edificio sin ventanas, un No sin más, una tumba vacía, una sonrisa encerrada en una mueca...Estamos rodeados de soledad.

1 comentario:

  1. Creo que muchas veces, la mejor compañia de uno mismo, es su propia soledad. Que ni vence ni pierde, ni alaga ni engaña, sencillamente acompaña, como mero espectador sordo, mudo y ciego.

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