viernes, 20 de diciembre de 2013

Mi geografia emocional I: Los Mares del Sur

De tanto en tanto suelo escribir, en algún blog literario o en artículos, reseñas a propósito de novedades editoriales que me llegan por diferentes vías. Leo todo lo que reseño, y normalmente pido aquello que deseo leer. Pero pocas veces, al menos públicamente, hablo y opino de aquellos libros que por una razón u otra forman parte de lo que podríamos llamar mi "geografía literaria", esto es aquellos que por motivos emocionales, estéticos o biográficos, ocupan un lugar privilegiado en mi biblioteca. Diría que no son más de cincuenta, de calidad dispar, de géneros opuestos y de autores tan diferentes que no existe un "corpus" integral. Cada uno ocupa un lugar especial en mi educación sentimental. No soy un gran seguidor de autores; más bien soy un fan de libros concretos.Y se me ha ocurrido hablar de vez en cuando de ellos, como le hablaría a un amigo, no exclusivamente a un lector. No pretendo aquí, y en lo sucesivo, utilizar esta sección discontinua, de la que me serviré según la apetencia, para "reseñar libros" puesto que la mayoría ya lo están largamente y algunos de manera extraordinaria por blogueros que se dedican a ello. Lo que voy a hacer es hablar de mi experiencia lectora, de mis vivencias relacionadas con tal o cuál libro. Como decía mi admirado Sampedro: "escribir es vivir" Y también lo es leer. Hablemos, pues, de la vida de un escritor-lector a través de sus libros "fetiche"
 
Hoy quiero empezar con Los Mares del Sur, de Manuel Vázquez Montalbán, libro de la serie Carvalho, publicado en 1979.
Vázquez Montalbán ha sido un gran desconocido para mí, a pesar de conocer su biografía esencial y de haber leído no pocos artículos suyos en El País o la revista Interviu. Su cara me recordaba a Constantino Romero, y sus libros eran habituales en las librerías en los años 80, y también en el mercado de Libros de San Antonio, donde yo empecé a engordar sin mucho criterio mis estanterías por aquellos años. Entonces yo me sentía muy alejado de lo que se dio en llamar "Novela Negra" o "Novela Policíaca", nunca he sido un bon gourmet, así que la afición culinaria me dejaba indiferente, y en resumen, yo estaba más por escritores alemanes, y en España por Juan Marsé y Jorge Semprún. Pero sí me interesaba la política, sabía que Montalbán era de "izquierdas", que estuvo en el comité central de PSUC y que su padre estuvo en la cárcel franquista. Así que cayó en mis manos "Autobiografía del General Franco", libro del que hablaré en otra ocasión y que incentivó mi deseo de profundizar en el estudio de la Dictadura española. Encontré a un gran escritor, pero en aquel entonces no me emocionó como Hess, London, el propio Marsé o Stheinbeck.
Tuvieron que pasar años, tantos  que yo me hice escritor, para que en una conferencia en Toulouse, junto con el gran escritor Alfons Cervera, coincidiera con el traductor de este, Georges Tyras. Georges es profesor en la universidad de Grenoble y además de amigo y traductor de Cervera, resultó ser el biógrafo francés y amigo personal de Vázquez Montalbán. Delante suyo yo dije que me gustaba más Marsé porque lo sentía más emocional y menos intelectual que Montalbán. Georges torció el gesto y me invitó a recapacitar. Pasó el tiempo, nos vimos más veces, y cena tras cena, este apasionado me fue desvelando los secretos de Montalbán, los literarios y los mecanismos pasionales de su escritura.
De modo que rebusqué en mi biblioteca y ¡sorpresa! detrás de montones de otros libros pasados, entre ellos los de Jesús Ferrero, di con una vieja edición de Los Mares del Sur. Resultó que ya lo había leído, allá por el año 85, y tenía la novela repleta de acotaciones, subrayados, comentarios a favor y en contra.
Releer esta novela a sido descubrir a Montalbán de nuevo, pero también redescubrir a un Víctor impulsivo, desafiante al genio, oponente en ciertas ideas, admirativo en otras. ¡Qué letra tan arrogante tenía yo entonces con 17 años!
En 1979 yo tenía once años. Y sin embargo puedo escuchar los pasos de mi infancia y mi temprana adolescencia siguiendo los de Pepe Carvalho, como su sombra, como Bleda, su perra, como Biscuter, como Charo. He leído esta novela en tres días, con una avidez que no me recordaba, con un disfrute sin mesura, sin oponer mis opiniones de escritor. Inteligente, mordaz, con una humanidad que desborda los descosidos, Vázquez Montalbán se aparece ante mí sin el mitro del Olimpo, sin el aura del político. Es un hombre bueno, dolido y triste, como Pepe, Sabio y medido en sus reflexiones, quiere este País y no le esconde las vergüenzas. Quiere al ser Humano en la misma medida que lo desprecia. Un hombre de a pie; un genio. Un hombre de nuestro tiempo. Él habla de San Magim y yo pienso en mi infancia en Nou Barris, y luego en Bellvitge, habla de polis nostálgicos del franquismo, de navajeros, y yo pienso en aquella Nochebuena de 1987 en que me atracaron en el metro de Cataluña con mi novia, en los menús a 650 pesetas que comía en el polígono industrial de la Almeda en Cornellà, en el comité de empresa de la CGT que nos llevó a la huelga, en lo que me apretaban los mocasines marrones...
No soy amante de las series. Quizá porque no puede existir otro Carvalho, y si al cerrar estas páginas he sentido la tentación de intentar crearlo (como han probado otros muchos de manera más o menos feliz), solo necesito volver a leerlo para darme cuenta de que los remiendos son remiendos, y que los espejismos nunca lucen con el brillo de lo real. Chandller y Lehane, Mankell y Camillieri. Carvalho tiene de todos, y de ninguno. Pepe Carvalho solo pudo nacer, comer, follar, quemar libros y mirar a la noche aquí, en esta ciudad, que ni siquiera vista desde Vallvidrera esconde sus arrugas de puta vieja.  Yo soy de otra colina, de Torre Baró. Y como Pepe Carvalho, también he llorado muchas noches viendo los fulgores de esta ciudad, y también he murmurado entre dientes: ¡Hijos de Puta, hijos de Puta! sin dejar de quererla.
Por cierto, quizá muchos no sepáis que entre la calle San Rafael y la Rambla del Raval hay desde el 2009 una placita con el nombre de Manuel Vázquez Montalbán.

4 comentarios:

  1. Que genial reseña y que forma más bonita de hacerla, con ese poso que dejar los años y la experiencia y el comprobar lo que uno leía, cómo lo leía, cómo lo sentía.
    Me ha venido genial la entrada ya que este 2014 tenía previsto leer la primera de la serie, pues creo que es un autor que he visto demasiado en la TV y poco en el papel y quisiera leer como lo hacía.
    Un abrazo

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    1. Gracias David. Los libros, cuando son buenos, y este lo es de verdad, resuenan en nuestras vidas siempre. Un abrazo.

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    2. Gracias David. Los libros, cuando son buenos, y este lo es de verdad, resuenan en nuestras vidas siempre. Un abrazo.

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  2. Si no me diera tanta vergüenza, te haria leer lo que escribi sobre Carvalho...cuan lejos me parece esto! Recuerdo que Los mares del sur era el libro que nos habia aconsejado que leyéramos nuestro profe en la universidad. Lo que hice claro! Pero preferi trabajar en Tatuaje...no hace falta explicar por qué :-)

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