jueves, 4 de julio de 2013

Detalles que sí importan

Hoy he tenido un encuentro con un viejo amigo, uno de esos que forma parte de un espacio que se guarda inalterable aunque pasen los años. Hay personas, lugares, momentos que prefiero conservar en ese limbo sin tiempo. Mi amigo es uno de ellos, un puente que conecta mis muchas vidas y las acerca a este que soy.
 
Ese encuentro me ha traído a la memoria algo que me ocurrió hace años, en la República Dominicana. Yo estaba sentado en un chiringuito de la playa escribiendo. De vez en cuando pedía una cerveza, levantaba la cabeza y volvía a escribir. No me di cuenta de que estaba anocheciendo, de que había tragado más sol del que podría masticar en una semana y de que el ambiente del chiringuito había derivado hacia una especie de pre fiesta discotequera. Entonces se me acercó alguien que no he olvidado: era un hombre mayor, con un panameño calado y un amplio mostacho de mariscal prusiano. Se me sentó al lado y me preguntó qué estaba escribiendo con tanta pasión. Tenía acento cubano. Le dije que una novela, me preguntó de qué iba. Le mostré la página que estaba escribiendo. La leyó despacio buscando sus gafitas en un bolsillo de la camisa. Me la devolvió y me sonrió. Entonces me dijo: "la honestidad es el camino más difícil. Pero nunca te apartes de él; te irá muy bien, ya verás".
Luego supe que aquel hombre, al que volví a ver varias veces en aquel viaje y con el que llegué a entablar cierta amistad era un famoso editor jubilado.
 
Hoy, en el encuentro con mi amigo me he acordado de aquel anciano, cuando mi amigo, por complacerme,  me ha preguntado si yo le recomendaría leer Respirar por la Herida. Es una pregunta que no debería hacerse a un autor.
Después de pensarlo un momento le he dicho que no. Respirar por la Herida es un libro para los que están dispuestos a sumergirse en un mundo propio, un libro, en definitiva para lectores.
¡Pero yo leo! ha protestado mi amigo. Y es cierto, lee. Pero no le gusta que le interpelen. Solo quiere deslizarse sobre las historias como cuando íbamos juntos al cine a ver ciertas pelis.
 Respirar por la Herida duele.
Nadie quiere sufrir, me ha dicho.
 ¿Lo ves? me he reído.
Yo no escribo para el dolor, escribo para la vida. Y la vida supura por todos sus costados, lo bueno y lo malo. Al final le he convencido de que no todos los libros son para todos los lectores. No todo el mundo está preparado para ciertos retos. Mejor ir despacio.
Le he recomendado un buen libro, que estoy seguro de que le gustará.
 A veces es mejor perder un lector y mantener un amigo fiel. Aquel anciano tenía razón: La honestidad es el camino más difícil (a veces tanto que uno se desanima), pero es el único posible. Al menos para quien encuentra la importancia de los detalles.

2 comentarios:

  1. Fantástico artículo y gran anécdota.
    Yo creo que tu amigo no te hará caso, o como mínimo yo no lo haría :) y me leería Respirar por la herida, simplemente por curiosidad, ¿qué es aquello que no puedo leer? ¿Aquello que dolerá? ¿Aquello que me hará reflexionar?...
    O quizás conozcas muy bien a tu amigo y realmente no esté preparado para un gran novela como Respirar por la herida.
    Un abrazo.

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    1. Quizá lo acabe leyendo, David. Pero yo le conozco, y lee poco, y cosas que le hagan "distraerse" Por eso no me pareció justo. Aunque, igual se lo lee por lo que dices y acaba flipando. Ojalá.

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