viernes, 28 de diciembre de 2012

Las cosas que ya no podré decir


No tengo claro que hacer balances sirva de mucho cuando de la vida se trata. Todo el mundo hace listas al acabar un año, revistamos lo hecho y lo dejado por hacer, hacemos propósitos de enmienda, etc. Pero lo cierto es que lo que se ha marchado ya no va a volver. No volveremos a leer las mismas novelas del mismo modo,  no escucharemos las mismas canciones con el mismo estado de ánimo. Las conversaciones, los silencios, los paseos, los amores, los pesares y las alegrías ya no están. Se fueron.
Y aún así, como el poso del mosto, algo de todo eso queda en nuestro sedimento, una capa más sobre las anteriores. Quizá algún día allá abajo encontremos petróleo.
Cuando miro este tiempo, lo hago con una agenda en la mesa llena de anotaciones, citas, croquis de novelas, capítulos que me cogieron escribiendo en un tren o en un avión, números, y algunos teléfonos o direcciones de correo escritas en cualquier parte. Son las cicatrices de lo que hemos hecho (o no), por eso las guardo desde hace muchos años. Son mis anuarios del Mundo. Una de esas anotaciones rápidas me ha llamado la atención, en un día del mes de Abril: Decirle que no se preocupe, que soy feliz.
No anoté a quién debía decírselo, ni por qué motivo. Tal vez a alguien que se preocupaba por mí, eso parece evidente, alguien que por alguna razón debía pensar que yo no era feliz. ¿Quién? Que yo recuerde, no le he dicho a nadie esto durante este año; al menos no con estas palabras.
No dejo de darle vueltas. Porque quizá el destinatario o la destinataria de esa afirmación que no llegué a hacer sigue preocupada por mi felicidad.
Así que, seas quién seas, no te inquietes. Este ha sido un año tan duro como intenso, como cualquier otro si se mira en perspectiva. He viajado y he reído, también he llorado lo mío y he sufrido decepciones y fracasos (pero de eso no quiero hablar). Te diría que he paseado por la orilla del mar menos de lo que me hubiera gustado, que he visto unos atardeceres preciosos en lugares insospechados y con compañías de porcelana. He cantado borracho con amigos de una noche que siguen en mi corazón, me he abrazado a los amigos de siempre entre lágrimas al decirles adiós, he hecho el amor, como un inmortal en ocasiones y como un suspiro de nada otras. He conducido con los ojos cerrados, me he columpiado como un niño. Corrí una tarde bajo la lluvia más de una hora y me constipé, pero qué sensación de resucitar sentí.
He estado sentado en una silla con la muerte, quería hablarle pero solo me miraba con esa sonrisa que los padres dedican a los hijos demasiado curiosos. He querido consolar el dolor de mis seres más amados y he sentido frustracción al ver mis caricias resbalar por su tormento sin poder calmarlo.
Encontré libros viejos que me trajeron cosas olvidadas, una nota escrita, una flor seca. También libros nuevos que me reconciliaron con la literatura. He visto poco la televisión, es la verdad. Tampoco leí demasiados periódicos: la calle y su lamento ya me cuentan lo que está pasando en el mundo sin intermediarios.

Sí, claro: he seguido escribiendo, como siempre, en la calle, pasando frío en las manos, pero me han regalado unos guantes de esos con los dedos cortados, no sufras. Sí, también prometí no fumar tanto, pero...
Un día me encontré delante del Sena y descubrí que era escritor, y pensé en Modigliani y lloré de emoción; tranquilo, nadie se dio cuenta.
 
Dicen que ahora viene lo difícil. Pero no es verdad. Lo difícil nunca viene de nuevo, siempre está, siempre ha estado. Mis queridos amigos argentinos, chilenos, holandeses, franceses, mexicanos me contaron sus dudas y sus miedos. Mis amigos griegos me pusieron un espejo delante de los ojos para que viera a dónde va esta España rota. Pero procuré sonreír todo lo que pude, te lo prometo.
Intenté hacer felices a unos pocos, y me hicieron feliz muchos.
He hecho algunos enemigos, pero ¿quién puede jactarse de vivir sin tenerlos?
Ya ves que, seas quién seas,  no debes preocuparte por mi felicidad. En el calendario del 2013 he escrito en letras grandes: HAY QUE SEGUIR VIVIENDO.
Espero que estés bien, y siento no poder haberte dicho todo esto.

6 comentarios:

  1. Te deseo que ese poso sea petróleo y también, por qué no, lo deseo para todos y en especial para todos aquellos que no han, o hemos, tenido un buen año.
    Efectivamente, hay que seguir viviendo aunque '...a veces me pasan nubes, como al cielo' (Eduardo Fraile)
    Feliz 2013.

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    1. Tienes razón. No importa, sea como sea, tenemos que seguir adelante, y se vamos encontrando manos a nuestro paso siempre nos será más fácil sostenernos en pie.
      Feliz Año, feliz vida

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  2. .... Tus palabras son muy reconfortantes! Te deseo lo mejor (a ti y a quien tienes a tu lado) ;)

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  3. Vivir, vivir, vivir con la misma intensidad y altura de un día que no se va a volver a repetir. Felices Fiestas que a la vuelta de la esquina os espera una sorpresa.

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