jueves, 5 de abril de 2012

El Amor por la Libertad

Escribe T S Elliot en su poema El Entierro de los Muertos:
Abril es el mes más cruel; engendra Lilas de la tierra muerta, mezcla recuerdos y anhelos, despierta inertes raíces con lluvias primaverales. El Invierno nos mantuvo cálidos, cubriendo la tierra con nieve olvidadiza, nutriendo una pequeña vida con tubérculos secos.

¿Qué primavera es esta, sino la más cruel de las heridas, cuando vemos que un hombre de 77 años se suicida en Grecia, en Atenas, la cuna de la Libertad, porque no puede subsistir con una pensión trabajada a pulso durante toda una vida, y decide hacerlo porque su dignidad de hombre libre no le permite pelearse con los perros por las sobras de la basura?

¿Qué dolor tan grave, qué herida tan profunda puede infringirse a una sociedad que ve cómo sus padres se van con el último gesto que nadie puede imponerles? ¿Qué afrenta más terrible puede ponerse a los pies de todos aquellos que han postrado a los hombres y mujeres hasta estos extremos de dolor, tristeza, desamparo y miseria?
Dante inventó el Infierno para ellos. Y yo los maldigo. Maldigo a los hombres y mujeres, con nombres y apellidos, con cara y cuerpo, que en su ánimo de lucro sin fin, en su psicopática manera de creerse los dueños del mundo, arruinan las vidas de sus semejantes para amasar un poco más de lo que no podrán gastar en mil vidas.
Maldigo a los corruptos y las corruptas, a los déspotas, a los nepóticos, a los usureros y a los manipuladores. Ellos, todos ellos, son el cáncer incurable de un sistema perverso, que enfermo sin remedio, agoniza entre sus excrementos.
Son mal nacidos los que se amparan en la Democracia sin entender su significado, sin que les importe nada más que perpetuarse en el Poder, que blindarse con estadísticas y mensajes zafios, pobres y estúpidos, dirigidos a un público que ellos consideran domeñado.
Inútiles y desalmados son los que se aprovechan de la ira y el desconcierto de los desahuciados para sembrar su teoría del caos y la destrucción. No aportan nada sino odio, rencor vacío, venganza sin destino y brutalidad animalizada.
Culpables son los que no ejercen con honor su profesión, los que se amparan en el miedo a perder un trabajo, un puesto de mierda que recogen como un indigente que se lanza sobre las migajas que caen de la mesa de su dueño. Los que se amparan en el deber para mirar a otro lado, los que hacen de eco y de correa de transmisión de esos que nos están destruyendo, y lo hacen con el entusiasmo de los neoconversos, hipócritas y embusteros.
Culpables somos nosotros, los que escribiendo nos asustamos, los que no denunciamos cuando podemos estos abusos contra la Humanidad porque nos imponemos autocensura, porque nos disfrazamos de comediantes con nuestros mensajes inocuos.
Culpable la sociedad silenciosa y abnegada, que permite que nuestra democracia (la del Mundo) se vaya muriendo y sólo pensemos dónde escondernos para protegernos de la lluvia. Adoctrinados, convencidos, amansados y egoístas, vamos viendo cómo uno tras otro nos van matando.
¿Dónde están los héroes que necesitamos? ¿Porqué no dais un paso, ahora, aquí? Necesitamos un cambio de vida, de pensamiento, de sociedad. Necesitamos volver a creer que somos algo más que carne llevada al matadero por unos pocos. Otro mundo es posible, otro mundo es necesario. Tenemos que acabar con este estado de cosas, tenemos que imponer la lógica de compartir, de ser un todo frente a unos pocos. Tenemos que recuperar nuestros sueños, una vida digna para nuestros hijos, un ocaso digno para nuestros mayores. Un respeto a nuestro espíritu, a nuestra inteligencia, a nuestra alma.
Fuera los mercados, fuera las gráficas, fuera las frases hechas, fuera los demagogos, las banderas, las lenguas, las mentiras. Basta. Basta ya.
Podemos conseguirlo con inteligencia, con compromiso, con solidaridad. No merecen dirigirnos, nadie merece dirigirnos.
Ese es el mensaje con el que me quedo de este hombre de 77 años en Atenas. No podéis quitarme lo que yo no os quiero dar. Vergüenza para todos esos desalmados, vergüenza en el Mundo entero. Ojalá les abrasara los ojos la visión de este hombre, de este griego digno. Pero eso es imposible. Ya están ciegos.
Y soy consciente de que mi maldición les dejará indiferente. Los psicópatas no entienden la empatía, no saben lo que es el dolor, no comprenden el sufrimiento del semejante.
Pero necesitaba decirle a este hombre, perdóname. Lo siento.

1 comentario:

  1. Verdaderamente es vergonzoso ver como los perros asalariados que se nutren de nuestro trabajo, arremeten con sus mentiras hasta que arrinconan a los que dignamente han trabajado toda su vida, para seguir engordando su hipocresia y sus cajas de caudales. No les importa el medio solo el fin. En nuestras manos está la solución.

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