domingo, 14 de agosto de 2011

Noches de Verano








¿Cómo empezar? Imaginando que este hueco al otro lado de la mesa lo ocupas tú y no el aire. Sí, a veces necesitamos recurrir a las alegrías pasadas para sostenernos en el momento. Extiendo mi mano hacia donde estabas tú y aunque mis dedos aferran la brisa de esta noche siento tu cuerpo, que siempre me resultó esquivo, como una promesa inconclusa. No tuvimos tiempo ni valor, pero ahora no me importa. Me basta con lo que me diste, porque es lo que guardo aunque siempre quise más, y no supe o no pude pedirlo.






Aquí, en esta noche que oculta el mar, ahora entiendo lo que se me esconde. No necesito palabras, no me inquieta mi tristeza, no me pesa el corazón. Fui feliz rozando tus ojos esquivos, fui feliz compartiendo el surco de humedad en la mesa con nuestros dedos jugetones. Fui feliz sintiendo cómo bajo tu blusa el pecho se estremecía al mirarte.






Fue una noche de verano que se repetirá una y otra vez cuando llegue el invierno.






Es un pequeño consuelo, pero es lo que me ata al mástil de la esperanza mientras ahí afuera aullan mis lobos de siempre.






No podemos cambiar, y no debemos hacerlo. Yo busco refugio en las palabras que escribo, y viviendo otras vidas olvido durante un tiempo que la mía se apaga, pero fui capaz de brillar durante un instante, sincero, honesto, feliz...tú estabas allí, pudiste verlo ¿te acuerdas?






El Amor es todo lo que el odio y la indiferencia expulsa de nuestro lado. Es lo que uno elige como Destino. El Amor es añorar tu boca entreabierta, la punta de tu lengua asomando entre los dientes, el deseo de tu sexo, el estremecimiento de tu aliento cerca de mi cuello.






El amor es no necesitar decir nada porque todo está ahí, flotando entre nosotros sin palabras, bajo la luna mentirosa y encantadora, entre el murmullo de las olas, mientras va amaneciendo y ninguno quiere volverse para descubrir que el alba ya regresa, y que el Amor de las noches de verano se derrite como el sudor en nuestros cuerpos.






Seguiré deseando encontrarte, a tí que no existes aún; te buscaré con ahínco en cada palabra que escuche, en cada mirada que me atraviese, en cada reto que se me ofrezca. Mientras respire cruzaré cuantas puertas encuentre abiertas, sin pensar en el mañana, sin prometer ni jurar nada, dispuesto a todo por volver a sentir, sólo una vez, lo que sentí aquella noche de verano a tu lado.

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