lunes, 23 de diciembre de 2013

Postales de Navidad


 

Anochece muy pronto estos días y el frío sirve como un papel de celofán a un paisaje de invierno. Árboles sin hojas, el humo de las calefacciones, las farolas alumbrando con sus conos rincones de aceras vacías. Un cielo de bóveda, un avión que cruza con parpadeos de colores la oscuridad.
Todavía resuenan en televisión los ecos de botellas de cava descorchándose, risas nerviosas y los niños de San Ildefonso con su cantinela benefactora. Desde los tiempos de Carlos III ese canto precede a los mazapanes. Pero ya nada es lo mismo. En el bar un periódico  con la portada manchada de café muestra a un afortunado que ríe con su décimo. Detrás, el señor de gris esperando para cobrar lo suyo en nombre del pueblo (en minúsculas, porque Hacienda, está claro, ya no somos todos) y haciendo cola los hijos parados, los niños de escuela y el director del banco que ni se atreve a mencionar una inversión en preferentes. En la televisión, los presentadores del Telediario se ven aliviados de poder escapar de las noticias de corrupción y descomposición del Estado sin que por ello les acusen de parciales. Están tan contentos de dar alguna buena nueva sin maquillar ni mentir que deberían ser ellos los Reyes Magos. Se les ve la buena voluntad y se les intuye la cobardía.  
En el aparcamiento del supermercado algunos coches, pocos, llenan el maletero. Ya no quedan muchas cestas de empresa; no hay a quién regalarlas, como uno no se acerque a la cola del Paro. Se añoran aquellos tiempos del jamoncito y el vino, y los berberechos y alguna tableta de turrón envueltos en papel de celosía. A uno casi le gustaba ser obrero por estas fechas, casi sentía simpatía por el empresario, como por el barrendero que repartía sus estampitas, como por los profesores que se llevaban su tabletita de turrón de Alicante y sus botellitas de Dubois de parte de los alumnos, como los chicuelos que iban cantando el aguinaldo de casa en casa, zambomba y pandereta en ristre.
De todo aquello, queda este silencio, ni siquiera el hilo musical machacón de todos los años; será por no ofender con villancicos que no vienen a cuento, será porque se ha muerto Manolo Escobar y nadie los cantaba como él, por más que mi padre añore a Juanito Valderrama. Ya se sabe que en estos días hay que ceder el paso a las añoranzas de nuestros mayores. Para eso se han ganado las canas.
 Al menos dejarán de pasar ese horrible anuncio de Navidad con caras de otro tiempo, otro tiempo que vuelve en forma de leyes en naftalina, dolorosas, tristes, que nos harán perder un tiempo que ya ganamos y mucho, mucho sufrimiento. Pronto volveremos a Perpigñan para meternos mano con la pareja viendo en un cine pelis de Enmanuelle. Del pasado añoro poco, pero sí echo de menos las burbujas doradas de Freixenet (será que el boicot y la Independencia las han hecho explotar, o será que ya nadie se cree que las burbujas puedan ser tan guapas).
La tienda de los chinos se ilumina con ristras de luces cambiantes que se fundirán antes de la Epifanía. Hay viejas figurillas descoloridas de Belén que el bueno del Papa Francisco aprobaría sin meterse en qué burros o bueyes ocupan el pesebre. Qué curioso, cuando el Mundo retrocede, este hombre con nombre de Santo pobre llega para avanzar y tirar de un carro sin ruedas. Si a los niños les gusta ese zoo, pues sea, y que nadie se ofenda por un caganer más o menos. Lo importante es que el puente cruce el río, que los pastores se acerquen al pesebre y que el ángel de la anunciación tenga alas y una banda que ponga "Gloria in excelsis Deo et in terra pax hominibus bonae voluntatis" (mi latín está oxidado). Hay bolas de plástico que no lo parecen, árboles de plástico tan raquíticos y muertos como los de la calle pero que por un módico precio meten la Navidad en tu casa.
Porque de eso se trata, me doy cuenta al ver la cara simpática de este chino ataviado con un gorro de Papá Noel: Mañana es Nochebuena. Y a veces los hombres y las mujeres de buena voluntad se adueñan del mundo durante unas horas.
Me gustaría colgarme de la sonrisa del chino, aunque a él lo que le gustaría es que me llevase un lote de luces que no sé si podré permitirme encender.
Salgo a la calle y pienso que si nevara todo sería más familiar. Pero no nieva, solo hace frío y me recuerda esta noche a los Cuentos de Navidad de Charles Dickens. Cuentos góticos, cuentos de miedo, cuentos de milagros.
Sé que nos estamos quedando solos, que se llevan a tajadas y mordiscos la ilusión que tuvimos de niños. Pero si escuchase mañana noche un villancico, unas risas, si viese las luces de un árbol tras una cortina, mi corazón volvería a florecer en este invierno del 2013, y con ese nuevo calor les guiñaría el ojo a esas estrellas frías y lejanas. Y les diría lo que os digo a vosotros, amigos y amigas:
 Aún aguantamos, aún estamos aquí. Feliz Navidad.

6 comentarios:

  1. Bon Nadal Víctor! Avui, al sortir d'un supermercat he donat la moneda del carro a una persona "sense sostre" que hi havia a la porta... se m'atragantava dir Bon Nadal... em semblava grotesc... però ha estat ella qui ho ha dit.. "Feliz Navidad"... m'ha corprés.

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    1. Bon Nadal. Vivm sovint desde fora, però encara hi ha qui viu desde dintre. Allà, a dintre nostre, som els amos del nostre Univers, encara.

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  2. Feliz Navidad Victor.
    Espero que el año que vviene podamos leerte de nuevo.

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    1. Feliz Navidad, Francisco. Así será, y puede que incluso sea un buen año para todos nosotros. Al menos, lucharemos para que así sea.

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  3. Felices fiestas Víctor.
    Espero que las disfrutes mucho y puedas brindar por todos los triunfos que has cosechado y que harán que el próximo año sigas recolectando.
    Un abrazo.

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    1. Dejamos atrás los triunfos pasados, excepto aquellos que no caben en una estantería. Las amistades y los encuentros son uno de los mejores triunfos que me trajo este 2013. Un abrazo, David

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